Delfos, la mítica ciudad designada como el «ombligo del mundo».

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Yacimientos arqueológicos de Delfos, ubicado en el valle del Pleisto, vertiente oriental del Monte Parnaso, en Fokida (Grecia) A unos 700 m. sobre el nivel del mar, a unos 10 Km. al norte del Golfo de Corinto y a 178 Km. al noroeste de Atenas. Declarado por la Unesco en 1.987 como Patrimonio de la Humanidad.

“Excavar es abrir un libro escrito en el lenguaje que los siglos han hablado dentro de la tierra…”

         Spyridon Marinatos (Arqueólogo griego 1.901-1.974)

Desde que he llegado a este hermoso país griego, cada mañana de esta primavera el cielo  es de un intenso color azul y el sol calienta tímidamente, sin embargo, hoy brilla en todo su esplendor sobre esta cadena montañosa de Grecia central. Tras un sinuoso viaje por carretera, he llegado hasta la ladera suroeste del imponente Monte Parnaso, rodeado de barrancos profundos, picos rocosos y densos bosques de pinos y olivos. Este lugar es Delfos.

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Aun rememorando el interesante recorrido que hice ayer por los yacimientos de la antigua  Olimpia, otro de mis principales objetivos se cumplirá en esta visita a la antigua Delfos que alcanzó su máxima influencia de los siglos V y IV a.C. Un lugar mítico considerado como uno de los yacimientos arqueológicos más importante de Grecia. Siempre despertó mi interés,  también la curiosidad,  y ahora mis pies huellan por  estas piedras milenarias. El paisaje es espectacular e increíble por su ubicación. Consciente de la belleza que me rodea, comienzo a disparar “la digital”.

[…Según cuenta la leyenda y la mitología griega el dios  Apolo quiso fundar su oráculo en el centro del mundo, pero este deseo originó una disputa con la diosa Atenea que consideraba debería ser Atenas. Y Zeus, rey de los dioses, fue quien intervino para  tomar las medidas del universo y encontrar su punto medio…  Hizo volar dos águilas doradas desde los dos extremos opuestos del cosmos y esperó hasta ver el punto preciso donde las aves cruzarían sus vuelos. Y en ese momento, Zeus el dios del trueno dejó señalado con el ómphalos u ombligo  a Delfos como el lugar del oráculo… En el Monte Parnaso donde moraban las diosas, las ninfas y  musas quedó ubicado el centro religioso más importante de Grecia…]

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Inicio el recorrido sin olvidar que existen tres espacios diferentes: la zona arqueológica del Santuario de Apolo,  el Oráculo y el entorno que asciende hacia la montaña; la zona del Santuario de Atenea Pronaia y por último como broche final, la visita al Museo Arqueológico, uno de los mejores de Grecia.

Comienzo la visita en la parte más baja. Poco a poco asciendo por una pronunciada vía empedrada sin posibilidad de pérdida, aunque consulto el mapa-guía que he adquirido en la taquilla.

A la entrada de la zona arqueológica se encuentra  la antigua Ágora Romana,  el centro neurálgico donde se desarrollaba la vida comercial y social de aquellos tiempos  Una plaza rectangular con algunas columnas donde se asoman pórticos que fueron parte de la zona del mercado. Esparcidos acá y allá numerosos fragmentos de piedras que recuerdan acontecimientos pasados.

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Seguidamente, comienzo  la Vía Sacra o calle principal que conserva restos de la pavimentación de lastras de piedras, tiene una longitud de unos 400 m. y de unos 4 a 5 m. de anchura. Continúo por este sendero milenario por el que todos los peregrinos o consultantes llegaban hasta el Oráculo del Templo de Apolo. Como dato informativo, las primeras excavaciones en el Templo de Apolo fueron realizadas en el año 1.840 por Karl Otfried Müller, arqueólogo alemán.  

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Con cuidado, franqueo mis pasos entre los restos pétreos y trozos de columnas de los antiguos edificios que se encuentran esparcidos por doquier. No puedo menos que sorprenderme de que esta ciudad fuera considerada el centro del mundo. A pesar de todo, percibo la belleza de este insólito yacimiento, no creo que exista otro semejante que le iguale.

Mientras camino, imagino que algunos restos de estas construcciones ascienden serpenteantes por la Vía Sacra. Pequeños templos o capillas  votivas que fueron erigidas por las ciudades o póleis griegas como ofrendas al dios Apolo por alguna gracia concedida a través del Oráculo. La primera capilla que encuentro junto a la vía es conocida como “de los Atenienses”, construida después de la  Batalla de Maratón, ofrecida por la ciudad de Atenas  hacia el año 490 a.C. Reconstruida entre 1.903-1.906.

Otros pequeños santuarios situados al borde del camino se conservan los restos como el de los Sicionios, construido en el 560 a.C.,  los Sifnios, sobre el 525 a.C., el Pórtico de los Atenienses consagrado hacia el año 506 a.C., el de Corinto, uno de los más antiguos. Como dato curioso: todos los templos o capillas están orientados Este-Oeste.

A veces, el repecho de las cuestas es agotador. Por unos minutos, un alto para tomar liento. Las panorámicas que contemplo son demasiado hermosas. Un cúmulo de emociones dejarán su huella en mi memoria.

Reanudo la subida, ya diviso los restos de las columnas del Templo de Apolo. A un lado de la vereda, un soporte metálico sostiene una copia  del ómphalos sagrado  o piedra cónica de mármol. Según la mitología griega señala el centro del mundo, dónde se instauró  el Oráculo de Delfos, el lugar  religioso más importante de toda Grecia ¡Justo el ombligo del mundo…!Después, inmortalizo el momento.

Según escribió  el historiador, geógrafo y viajero griego Pausania, siglo II d.C en su X Libro Descripción de Grecia “… Lo que los delfios llaman el ómphalos está hecho de mármol blanco y dicen los delfios que es el centro de la tierra, y Píndaro en uno de sus cantos dice la misma cosa…”

La copia romana del ómphalos que se halló durante las excavaciones en el ádyton  o espacio subterráneo reservado para la Pitia o sacerdotisa, ubicado en el interior del Templo de Apolo, está depositado en el Museo Arqueológico de Delfos.

Queda atrás la Vía Sacra, tras zigzaguear unos metros arribo a la amplia terraza del recinto sagrado, situada a unos 550 m. de altura en las laderas del Monte Parnaso.

La recompensa por la subida es merecida. Desde este lugar las vistas son espectaculares. Aquí está situado el Templo de Apolo el más importante de la Antigua Grecia. Oteo un horizonte infinito y percibo la sensación de una inmensa paz que comienzan a inundar mis sentidos. Por unos instantes imagino tocar el cielo…  No es difícil dejarse invadir por el misticismo  y la fantasia entre estas pétreas ruinas, además, el ambiente misterioso que rodea el entorno. Un lugar mágico y atemporal que difícilmente encontraré en otros emplazamientos arqueológicos.

En la actualidad, lo que puede contemplarse es la crepidoma o plataforma de piedra escalonada sobre la que se asienta los yacimientos del Templo de Apolo. Además de los fragmentos de seis columnas ubicadas en uno de los extremos. Estos restos pétreos corresponden al último edificio construido en el Siglo IV a. C. sustituyendo a otros dos  anteriores de los siglos VII y VI a.C.  La entrada principal situada hacia el Este se conserva una rampa de aceso.

Deambulo de un lado a otro a la búsqueda de algún resquicio “olvidado en el tiempo,” mientras dejo inmortalizado algunos rincones curiosos.

A pocos metros del templo, se encuentra la copia de una curiosa columna realizada en bronce. Corresponde a la conmemoración de la victoria griega frente a los persas en la Batalla de Platea, en el año 478 a.C. Formaba parte de un trofeo y fue erigida en Delfos como ofrenda al dios Apolo. También es conocida como la Columna de las Serpientes o Serpentina. Es un monumento que ha sido mencionado por algunos autores clásicos de la antigüedad, uno de ellos fue Herodoto, 479 a.C.

Conocedora de la historia de esta columna, además de haber contemplado la original en el mismo lugar donde Constantino el Grande la depositó en el año 324 d.C., entonces el antiguo Hipódromo de Constantinopla.  Actualmente, Plaza del Sultán Ahmet, de Estambul.  Mi curiosidad por conocer el sitio donde estuvo este monumento en sus orígenes ha quedado más que satisfecha.

A pesar de lo  abrupto del terreno, continúo montaña arriba. El esfuerzo  es válido  por la belleza del entorno. Por otro lado, mi interés persiste en seguir conociendo estos milenarios restos arqueológicos. Dirijo mis pasos hacia el teatro, construido en el siglo IV a.C. Es el mayor edificio que existe en este recinto sagrado, junto con el de Epidauro,—  que ya visité hace unos días, —está considerado como el mejor conservado de toda Grecia. Sin embargo, la estructura actual es el resultado de las obras de restauración que hizo en el año 160 a.C. Eumenes II, rey de Pérgamo.

El sitio  es realmente privilegiado, ofrece una perspectiva maravillosa del Templo de Apolo y el valle de Cirra que se extiende debajo. Está construido en piedra caliza aprovechando el desnivel de la montaña; las 35 cáveas o gradas  están dispuestas en forma semicircular, por lo que el escenario es visible desde cualquier ángulo de las gradas. Otra curiosidad que observo: está dividido en dos zonas separadas por un pasillo horizontal para facilitar la movilidad del público.

Desde mi atalaya, escucho la voz de una joven que está en la orquestra, compruebo que la acústica es fantástica.

A lo largo de mi trayectoria viajera, no sé cuántos teatros griegos y romanos he visitado, pero en estos momentos recuerdo el de Mérida (España) que visito cada verano para acudir a las representaciones de los antiguos  clásicos.

 Mi andadura sigue hacia el Norte, fuera de los límites del recinto del santuario. Tras unas pronunciadas cuestas llego hasta el Gran Estadio, situado en la zona más alta de Delfos. Construido a mediados del siglo IV a.C. con una longitud de 177,55 m. y 25,5 m. de ancho y capacidad de unas 6.500 personas. Pocos turistas logran llegar hasta aquí y la tranquilidad es absoluta. Tomo asiento en una de las gradas resguardada por la sombra de un pino. Observo que su estado de conservación es muy bueno.

Disfruto de este momento, repongo fuerzas y tomo algunas notas. Dispongo de tiempo más que suficiente para el descenso. Decido pasear por un lateral de este Estadio impresionante, un lugar tan emblemático con sus tradiciones y leyendas.  A pesar del tiempo transcurrido, compruebo que las líneas de salida y de meta siguen marcadas  con losas de piedras. En este Estadio se desarrollaron los primeros Juegos Píticos en honor al dios Apolo celebrándose cada ocho años. Comprendía competiciones deportivas y en el Teatro las líricas, dramáticas y musicales.

A principios del siglo VI a.C. los organizadores de los Juegos Píticos establecieron que fueran cada cuatro años con un programa completo de pruebas atléticas e hípicas. Desde entonces, los vencedores recibían una corona de laurel, el árbol sagrado de Apolo.

La bajada al “mundo terrenal” es rápida. Con los pies en el suelo y sin pérdida de tiempo, me dirijo hacia el Santuario de Atenea Pronaia, situado en el recinto de la Marmaría. Se encuentra alejado unos 500 m. hacia el exterior del gran recinto sagrado del Templo de Apolo, aunque también forma parte del conjunto arqueológico de Delfos.  El último templo dedicado a la diosa Atenea está datado en la segunda mitad del siglo VI a.C.  

Observo la gran diferencia existente entre la  grandiosidad monumental que he contemplado en la parte alta de Delfos y ésta otra, menos relevante como entrada principal a los miles de foráneos que acudían a los rituales del Oráculo.  Aunque considero que es una zona imprescindible que conozca para completar el recorrido por este importante yacimiento.

 Mis pasos siguen  las indicaciones de los paneles informativos y las instrucciones de la inseparable guía. Paso por la Fuente Castalia, utilizada por las pitias o sacerdotisas en los rituales del Templo. A un nivel inferior de la carretera, camino hacia el sureste, a lo que fue el Gimnasio,  construido en el siglo IV a. C. en mármol de Poros. Fue uno de los primeros complejos que se edificaron  en Grecia.

Este  recinto dedicado a la diosa Atenea,  acoge una serie de templos y edificios dispuestos  en un espacio de forma rectangular, dividido en dos terrazas superpuestas.  En el extremo norte  se conservan restos de ocho altares de piedra y mármol alrededor de un gran altar central dedicado a diferentes divinidades.  En los alrededores existen otros vestigios como la capilla votiva ofrecida por la ciudad de Massalia.

Según el historiador Pausanias, describe en su X libro Descripción de Grecia en su visita al Santuario de Atenea en el siglo II d.C. “: “Entrando en la ciudad, hay uno tras otro varios templos: el primero de ellos estaba en ruinas; el siguiente estaba vacío de imágenes y estatuas; el tercero tenía estatuas-retrato de algunos emperadores romanos, y el cuarto se llama de Atenea Pronoia… “

 Sin duda, el edificio mejor conservado y que más destaca en todo este lugar es el templo circular o Tholos de Marmaría.  Aunque se desconoce si realmente fue un templo o una capilla votiva donada por algún personaje o una poleis  griega. Posiblemente se construyó entre los años 400-375 a.C. y reconstruido en el año 1.938. Tampoco existe acuerdo entre los investigadores sobre el uso al que fue  destinado. Lo que sí es cierto, es que este colosal monumento puede apreciarse desde cualquier ángulo del Santuario de Atenea Pronaia.  Una manera de dar la bienvenida a todas las personas que nos acercamos hasta aquí, a la mítica ciudad de Delfos designada por Zeus como el Obligo del Mundo.

Fuente de datos:

El Oráculo de Delfos en la historia de Atenas, de Ricardo Martínez Lacy.

Delfos, guía arqueológica e historia.

Revista Historia de National Geographic.

                    

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